El Camp Nou se hartó de Cesc
La grada empujó hasta el 0-1, luego focalizó su decepción en los 'fichajes' y aplaudió a Bartra
Cesc y Alexis, desolados / FOTO: MANEL MONTILLA - MD
Francesc Perearnau 02/05/2013 12:29
Casi no hace falta que Zubizarreta se reúna con Tito Vilanova
ni con el resto del staff técnico para decidir lo que hay que hacer
este verano, la reacción de la grada anoche desnudó lo que esta Liga
esconde, que de aquella delantera con Eto'o, Messi y Henry del año del
Triplete se ha pasado el trío Pedro, Villa y Cesc de ayer, con la
torturante compañía de Alexis, el jugadorazo evanescente. Una herencia
de la que ayer se empezó a cansar la afición cuando la eliminatoria ya
estuvo definitivamente enterrada.
Antes, la grada lo dio todo hasta el gol de Robben, cantando y animando en la esperanza que un gol prendiera la llama del milagro y que un agente esotérico recuperara a Messi. Ante lo imposible, el barcelonista dio la cara como siempre, buscó el ánimo donde probablemente no lo había racionalmente y se puso la camiseta de animar hasta la extenuación.
Hasta un límite, el marcado por algunos futbolistas cuyo perfil, aunque llegaron precedidos de millones de euros, exigencias de los técnicos y enormes expectativas, han decepcionado profundamente.
Anoche, tras el 0-1, al final de una pesada digestión, el Camp Nou silbó a Cesc, le retiró el crédito y le señaló como uno de los responsables de este descenso evidente del Barça, antes finalista de la Champions y ahora barrido en las semifinales.
Recobrado el aliento, también Villa se llevó pitos, Alexis salió y jugó en medio de la más absoluta indiferencia, casi como a Pedro, el alma del equipo en otros tiempos muy lejanos. De Valdés ya existe hace meses la sensación de que no juega para este equipo.
En el ambiente, relajación general por el destino final del Madrid de Mourinho, ganas de celebrar la Liga a lo grande y un mensaje para el más directamente responsable y único superviviente de los refuerzos del equipo, Andoni Zubizarreta. El otro ya no está.
Antes, la grada lo dio todo hasta el gol de Robben, cantando y animando en la esperanza que un gol prendiera la llama del milagro y que un agente esotérico recuperara a Messi. Ante lo imposible, el barcelonista dio la cara como siempre, buscó el ánimo donde probablemente no lo había racionalmente y se puso la camiseta de animar hasta la extenuación.
Esperanza hasta el final
Y creyó hasta el último aliento, levantó el mosaico, gritó y puso todo lo que su papel exigía en estas circunstancias. Nadie mejor que los 95.000 espectadores sabía de las carencias del equipo circunstancial de anoche, maltrecho además por la baja de última hora de Messi. Aguantó la afición con el cero a cero, consciente de que en cada segundo sin novedades positivas en el marcador se escapaba la vida de esta Champions irremediablemente perdida en Múnich.Hasta un límite, el marcado por algunos futbolistas cuyo perfil, aunque llegaron precedidos de millones de euros, exigencias de los técnicos y enormes expectativas, han decepcionado profundamente.
Anoche, tras el 0-1, al final de una pesada digestión, el Camp Nou silbó a Cesc, le retiró el crédito y le señaló como uno de los responsables de este descenso evidente del Barça, antes finalista de la Champions y ahora barrido en las semifinales.
Recobrado el aliento, también Villa se llevó pitos, Alexis salió y jugó en medio de la más absoluta indiferencia, casi como a Pedro, el alma del equipo en otros tiempos muy lejanos. De Valdés ya existe hace meses la sensación de que no juega para este equipo.
Selección natural
El guión escrito por la grada, siempre soberana, dejó subrayado el nombre de Bartra, ovacionado al marcharse, y un epílogo admirable, cantando el himno y saludando también con un aplauso al equipo, que se despidió con cierta honestidad desde el centro del campo.En el ambiente, relajación general por el destino final del Madrid de Mourinho, ganas de celebrar la Liga a lo grande y un mensaje para el más directamente responsable y único superviviente de los refuerzos del equipo, Andoni Zubizarreta. El otro ya no está.
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