Postado originalmente em Aún tengo la vida:
Eran las once de la mañana y las calles de México estaban vacías. Nadie caminaba, apenas había coches y el silencio se respiraba. El partido de octavos paralizaba a todo el país. Dos horas más tarde continuaba ese silencio, ese vacío. No había nada que celebrar. México caía ante Holanda de la forma más dura de perder: En los minutos de descuento.
El Estadio Casteleo se teñía de verde y naranja. El verde de un México que llegaba a esta cita muy motivado y dispuesto a plantar cara a la “naranja mecánica” de Robben, Van Persie y Sneijder. La selección azteca comenzó con mucha intensidad, generando muchas oportunidades de gol pero, desgraciadamente, ninguna acababa dentro de la portería holandesa. La ocasión más clara tuvo lugar a los dieciséis minutos de juego de las botas de Herrera pero la suerte no estaba del lado de los de “El Piojo”. Hasta ese…
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